El paraguas transparente de ‘Lost in Translation’: el emblema de la melancolía (y del buen gusto cuando llueve)

10/08/2020

La mayoría recordamos los paraguas de filmes clásicos como Mary Poppins, Cantando bajo la lluvia o My fair lady, ¿pero cuántas veces los hemos deseado para uso propio? Esta periodista lo tiene claro: cuando vio Lost in Translation en 2004, buscó un paraguas transparente durante años, lo encontró por fin en la lluviosa A Coruña y desde entonces lo conserva con satisfacción. Una rápida búsqueda en Google revela que no es un caso aislado. En blogs y foros anglosajones se encuentran muchas internautas obsesionadas con un accesorio que, no obstante, apenas aparecía unos segundos en la película de culto. Fue probablemente su presencia en uno de los carteles oficiales lo que lo grabó en nuestras retinas. Allí, protegiendo a una jovencísima Scarlett Johansson e intensificando el halo de soledad de su personaje, se asociaba como por ósmosis a la belleza de una actriz que ascendía al estrellato en ese preciso momento. A día de hoy, “paraguas transparente” sigue siendo un modelo mucho más buscado en Internet que cualquiera de color o estampado.



Tres cualidades lo convierten en el utensilio perfecto para la lluvia: su funcionalidad (puedes resguardarte en sus profundidades sin perder visibilidad), su versatilidad (combina con cualquiera que sea la ropa que hayas elegido ese día) y su estética o, mejor dicho, su ausencia de estética. “Los paraguas han de pasar desapercibidos: no queremos que sean el elemento más llamativo del look”, dice Nigel Fulton sobre los que su empresa fabrica a medida para la casa real británica desde los años 80. Recientemente contaba en la edición internacional de Vanity Fair que la reina Isabel II les hizo su primer encargo en 1988: quería paraguas transparentes de jaula (cúpula alta) a través de los que pudiera ver y ser vista. Más adelante empezaría a pedirlos con detalles de color, como ribete y asa, coordinados con sus trajes. Se calcula que tiene más de 100, si bien no es la única usuaria fiel en la familia. Kate Middleton también se ha sumado a una tendencia que la Reina Madre llevó mucho antes del estreno de Lost in Translation y que inunda las calles de Japón en época de lluvias desde hace ya décadas. Eso explica que la protagonista del filme lleve uno para pasear por Tokio.


La invisibilidad resulta un valor añadido cuando hablamos de un accesorio cuyo glamour parece haber languidecido en las últimas décadas, perdiendo el caché que antaño ostentó, cubriéndose de cierta pátina anti-cool. Quizá sea por su naturaleza netamente funcional y, sin embargo, aparatosa (¿dónde lo metes cuando estás a cubierto?). O porque lo asociamos a un estilo de vida obsoleto, viéndolo sobre todo en personas de cierta edad no dispuestas a arruinar con la lluvia un traje anodino, un abrigo de piel o un peinado de peluquería. Sea como fuere, el paraguas como tendencia no goza de gran salud entre el público joven, cada vez más propenso a parapetarse bajo prendas de abrigo tecnológicas o bucket hats, que se llevan mucho más y se pueden guardar en el bolsillo. Tampoco es un complemento al que la moda haya dedicado mucha atención desde los historicistas años 50, la última vez que frecuentó los editoriales de las revistas femeninas.


El paraguas transparente bien podría ser una metáfora del estilo personal de Sofia Coppola, una de las pocas directoras de cine –en femenino– no sólo galardonadas, sino también conocidas por el público. Y la única erigida en icono de estilo, convidada habitual de las listas de famosas mejor vestidas. Porque Coppola ha creado una categoría de fama única a su medida. Primero fue actriz. En el El Padrino III, cinta dirigida por su padre, Francis Ford Coppola, osó dar la réplica a un Al Pacino grandioso y la crítica vapuleó su interpretación. Desde ese año 1990, las acusaciones de nepotismo se han blandido machaconamente en su contra. “En mis comienzos, la gente me decía cosas como ‘Tu casting está muy bien hecho, ¿te han ayudado tu padre o tu marido?’ [entonces estaba casada con el director Spike Jonze]. Resultaba insultante; eso no se lo preguntaban a un hombre”, declaraba en 2017 al diario británico The Guardian.

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